sábado, 19 de septiembre de 2009

HIRCANA

Sonó el timbre. Entreabrí la puerta y apareció Hircana.
No la conocía aun y me vi reflejada en ella.
Mirada perdida, rota la expresión, apagada ya la ira.
Sus ojos oscuros, penetrantes, el seseo constante.
Sentí un calor frío al rozar sus mejillas, parecía frustrada.
No corte la llamada, un amigo al otro lado, ese otro lado.
Del que nacieron y en el que aun mecen mis recuerdos.

Me senté frente a ella, pasado un tiempo recate su voz,
Escondida en las esquinas del bullicio del salón.
Sus rasgos marcados, atados a la confusión,
Rumiaba recuerdos deshilachados por el odio feroz.
Se despojaba de los hechos para meditarse un perdón
Tal vez esto me frustro, era otro el con otro yo,
Saber que no nace nada sin confianza y respeto.

Algo se rompió en mis adentros, pronto cesaron,
En el silencio roto de la habitación un llanto sin lagrimas,
Retozaba en un amor acribillado por el desamor,
Un corazón que llora tras la sombra de lo q fue
O lo que algún día creían que serian y no fue.

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